VI
Caja de
Pandora
Estaba el cofre hirviendo como una olla a presión sobre el trono de Hades corroído por el azufre. Había también ogros y demonios caníbales alterados por haber sido liberados y estaban reuniéndose todos los peores horrores en un mismo lugar. Al abrirse la tapa hubo una oscuridad absoluta como si se hubiese hecho de noche para siempre, luego un terremoto terrible que se partió la tierra el mar y el cielo.
La maldad era tanta que el veneno que echaba por la boca hizo pudrirse países, continentes y planetas. Al moverse un poco la tapa arrancaron como una plaga todas las formas de tortura y lo perturbador salió corriendo a matar pues había estado encerrado durante un milenio: “otros cientos de males fueron liberados ya que duraban una eternidad y no podrían volverse a encerrar”.
Mientras seguía lloviendo el cielo rugía montones de monstruos, miles y miles escapaban corriendo, entre ellos había seres asesinos mitad bestia mitad humano.
Al paso de unos minutos ya no quedaba nada del cofre. En el suelo estaba masacrado el cadáver de la esperanza que no pudo arrancar, mientras, todo se ennegrecía anunciando a los dioses del infierno.
Ahí reinó la confusión, el caos se apoderó del mundo, la noche del terror y alucinaciones. Los horrores querían acabar con todo, se tragaban las luces haciendo siniestra la realidad.
Ese objeto había contenido por milenios
su siniestra carga. El devenir de todos los tiempos había calmado a los
demonios que habitaban en ella, tuvieron que esperar encerrados odiando cada vez
con más fuerza, pero, sabían que el día que se cumpliera la profecía se les
permitiría volver a salir.
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